lunes, 12 de diciembre de 2011

Unos tanto y otros tan poco...


Sentir...Hoy en día es más difícil que cualquier otra cosa. No podemos pagar un sentimiento, y es por eso, que muchas personas se alejan de su alma tras el impulso materialista y consumista. ¿Quizá no se dan cuenta de que eso no les convertirá en personas realmente felices? El verdadero, pero triste hecho es que no. Se sumergen en un mundo saturado de suntuosidad y purpurina, en el que fingen sentirse completos y aparentan, porque nadie les ha mostrado la otra cara de la moneda, la verdadera situación, en la que millones de mujeres, hombres y niños mueren cada día, cada minuto, cada segundo que pasa, a tan solo unos kilómetros del jacuzzi privado de sus residencias de lujo, o de la colección  de coches valorada en una cantidad demasiado estridente y desorbitada como para olvidarla. A veces desprecio incluso la manera de caminar de estas personas, envueltas en un aire importante de superioridad que no intentan ocultar, sino exhibir y enaltecer. Estos individuos, los que se pasean engalanados con prendas cuya cuantía bien podría mantener con vida a familias enteras durante años sin que les faltase nada de lo imprescindible para subsistir. Una situación algo más que injusta, aunque a veces no puedo evitar sentir una profunda tristeza por estos seres ruines y despreciables, condenados al vacío interior eterno, porque no han tenido a un mentor para instruirles e ilustrarlos con lo verdaderamente importante, lo esencial de la vida...Porque...¿Qué es de ellos más allá del champán y el glamour? Me atrevería a decir que no gran cosa, pero sólo es mi opinión. Ellos tienen sus carteras bien llenas de pliegos de papel meticulosamente cortados de forma rectangular, pero su alma está vacía de sentimientos, algo que a día de hoy, no puedo estar más orgullosa de tener.


Se comen el mundo y dejan las migas